El Socialismo Venezolano tras Chavez

La derecha venezolana disfruta pero le irá peor

Augusto Sención

Mientras la derecha venezolana celebra la muerte del presidente Hugo Chávez, el pueblo venezolano llora la partida de su líder. Pero de esa combinación de factores resultará un debilitamiento de la derecha y un avance de la revolución popular.


Los organismos internacionales reconocen que durante la gestión de Chávez la pobreza se redujo drásticamente, se erradicó el analfabetismo, aumentó la matrícula universitaria (el segundo mayor índice de América Latina), hubo enormes avances en la salud, se redujo el desempleo y se desarrolló la economía. Pero eso no es lo principal en la revolución, sino el paso del poder de la oligarquía al pueblo y el logro de la soberanía nacional. La revolución venezolana es el despertar de la personalidad humana en el seno del pueblo explotado y marginado, ese pueblo que hoy participa en todas las esferas del poder.


Chávez sabía que el poder popular era el sostén del cambio. Y eso es lo que no entiende la derecha, que piensa que la revolución venezolana depende de un puño, no de la voluntad colectiva ni de la nueva institucionalidad creada por la población.


Como la derecha continental sabe mucho de dictaduras militares, pues esas dictaduras fueron su base de poder durante muchos años, y como está convencida de que el régimen venezolano es dictatorial, su conclusión normal es que una vez desaparecido el dictador el régimen se desmoronará. Los derechistas hablan de “la dictadura venezolana”, no solo para hacer política contrarrevolucionaria, sino porque de veras creen lo que dicen. Por eso, cada vez que en Venezuela hay elecciones (y hay casi dos por año), esperan que la revolución sufra un revés. Y resulta que el pueblo le ha dado a la revolución 18 triunfos en 19 contiendas electorales.


Ahora tenemos un nuevo escenario, marcado por la muerte de Chávez. Los derechistas se mantienen cautelosos, pues están cansados de errar en sus vaticinios. Para tratar de confundir, dicen que esperan elecciones limpias y con observación internacional, como si las otras 19 elecciones no tuvieran esos atributos. Pero resulta que un vaticinio no es tan complicado: Nicolás Maduro vencerá con igual o más holgura que Chávez, porque la oposición está en desbandada, tras su descalabro en las elecciones para gobernaciones de diciembre pasado, y porque el pueblo vengará con más fuerza la muerte de su líder.

¿Y qué pasará después? La lógica política dice que la revolución se radicalizará, no tanto en el ámbito político, pues la democracia está muy consolidada, sino en la estructura económica y social, sobre todo en lo referente a la propiedad de los medios de producción. Hace tiempo que el pueblo reclama, entre otras cosas, la nacionalización de la banca y del comercio importador, medidas esenciales para apuntalar la propiedad comunal, combatir la inflación y hacer un mejor uso de las divisas.


Chávez supo combinar su firmeza con una notable cautela, pues sabía que los procesos tienen sus fases. Y el pueblo siempre aceptó sus decisiones y sus pausas porque nunca dudó de sus razones. Pero el grupo dirigente que sustituye a Chávez se verá sometido a una presión popular que irá creciendo en la medida en que la derecha hiera a su líder fallecido y ataque la revolución.


El apoyo popular e internacional a la revolución crece, la derecha interna se debilita, China y Suramérica avanzan y en los próximos años Estados Unidos será desplazado como primera potencia mundial. El pueblo y la dirección revolucionaria saben que el momento es preciso para radicalizar el proceso. Chávez también lo sabía pero no pudo continuar. En este momento la derecha celebra, pero sabe que en lo adelante le irá peor.

http://www.youtube.com/watch?v=eCHrEBY-fyY